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El nacimiento de las hermandades penitenciales en Iznájar se inscribe en el contexto de la vitalidad del movimiento cofrade que aparece, tanto en la provincia de Córdoba como en esta villa, ya en el siglo XVI.
Es a lo largo del siglo XVII y la primera mitad de la centuria siguiente cuando las cofradías penitenciales, en el obispado de Córdoba, alcanzan su época de esplendor y auge. Y al mismo tiempo las procesiones de Semana Santa se impregnan de los elementos estéticos del barroco.
Esta etapa se caracteriza por el protagonismo que adquieren los sermones y representaciones de la Pasión a los que acuden en masa los fieles para ver dichos actos religiosos. De igual manera en los desfiles procesionales comienzan a participar cofrades con los rostros cubiertos y con los correspondientes atuendos entre los que figuran los apóstoles, profetas o sibilas.
Las representaciones de la Pasión y las figuras bíblicas habían surgido por iniciativa de la jerarquía eclesiástica para ilustrar los sermones, sirviendo como soporte al culto para asegurar su continuidad, como forma de religiosidad popular y con clara intención moralizante del pueblo.
En Iznájar hay constancia documental de la existencia de representaciones del Antiguo y Nuevo Testamento. Así la cofradía de la Vera Cruz (la más antigua de las constituidas en la localidad) lleva a cabo el Jueves Santo la representación del Prendimiento. Y la hermandad de Jesús Nazareno, ya en siglo XVII, incorpora a su cortejo procesional los evangelistas, sibilas, judíos y otras figuras bíblicas como el rey David, a cargo de personajes caracterizados con vestidos y rostros de cartón.
Tenía lugar en la mañana del Viernes Santo el denominado sermón del Paso que se inicia con la escenificación de la expulsión del paraíso terrenal de Adán y Eva al cometer el pecado original, le seguía el sacrificio de Isaac y otras secuencias de la Pasión, para finalmente, en la tarde del Viernes Santo, concluir con el sermón del Descendimiento.
Estas representaciones, en las que era habitual que un sacerdote interpretase el papel de Jesús, consiguieron de manera rápida un fuerte arraigo entre las costumbres de aquellos iznajeños que intervenían activamente en aquellas escenas. Pero también pasaron posteriormente a ser prácticas duramente criticadas bajo los parámetros de la Ilustración, y es que en esa época quienes se apoyaban en los pilares de la razón y el progreso infravaloraban lo que nacía al margen de aquellas ideas ilustradas. Por otro lado no es difícil imaginar que estos actos llegasen a mezclar lo religioso con lo profano y que el pueblo acogiese estas representaciones con un tono festivo que rebasase, según la opinión de los jerarcas diocesanos de la época, los fines doctrinales para las que fueron concebidas.
De los documentos conservados parece desprenderse que, tanto en Iznájar como en el resto de lugares en que tenían lugar, con el transcurso de los años se fue desvirtuando la esencia de aquellas representaciones. Pudieron acumular inexactitudes bíblicas y a muchos les pareció que se había convertido en una expresión incoherentemente festiva que tendía a la comicidad por la gesticulación exagerada en el uso excesivo de la mímica, debido esto último a la parquedad del texto usado. También queda acreditado que fue fuente de conflicto el deseo de las mujeres de aumentar su participación en la escenificación, ya que eran numerosos los personajes femeninos que se representaban, incluso las sibilas.
Esta aparente desviación en el control de las representaciones, en lo que concernía a su propósito original, junto con la llegada de los primeros aires del pensamiento ilustrado, que mostraba su poco aprecio hacia lo popular y el no ser nada propenso al mantenimiento de estas tradiciones, fueron sin duda las dos razones que motivaron que, con fecha 10 de marzo de 1744, el entonces obispo de Córdoba, Miguel Vicente Cebrián y Agustín, prohibiera todas las representaciones en la provincia, esgrimiendo argumentos en el sentido de tratarse de puestas en escena irreverentes y contrarias a un fervor auténtico.
Pero suprimir, a mediados del siglo XVIII, unas manifestaciones religiosas que estaban plenamente arraigadas entre las tradiciones locales, que además gozaban de un fuerte respaldo popular, no resultaría fácil ni en Iznájar ni en otros municipios de la provincia.
Así los habitantes de las localidades del obispado se muestran reacios a abandonar unas pautas de comportamiento que ya son seculares. Y en Iznájar se produce un rechazo frontal al polémico edicto y continúan celebrándose las representaciones y procesiones de Semana Santa a la manera tradicional, de ahí que el prelado inste al párroco de la localidad en 1749 al cumplimiento estricto de la normativa promulgada.
El pueblo aceptaría a regañadientes el quedarse sin pasos. El contenido del edicto que apareció en la plaza de la villa era tajante. Según él no se podía hacer procesiones representándose a sibilas, Pilato, apóstoles, judíos, Magdalena. evangelistas, etc... ni paso alguno de la Pasión. Representar a Jesús no podía hacerlo ninguna persona, ni siquiera el sacerdote, y las procesiones sólo podían contar con las insignias y pasos de la Pasión de bulto -imágenes-, debiendo ir quienes las llevasen con túnica, hábito o vestido apropiado, y la cara descubierta.
Los planteamientos del obispo Cebrián perviven a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y los sucesivos responsables de la diócesis cordobesa mantienen la misma política, tratando de eliminar unas pautas de conducta que consideran nocivas e impropias de un auténtico espíritu cristiano.
Precisamente el obispo Martín de Barcia, en una visita pastoral a Iznájar, realizada en el mes de marzo de 1765, ordena al vicario de la villa que “recoja de inmediato el atuendo de las sibilas, judíos y demás figuras bíblicas”.
Esta política seguida por los obispos de la diócesis cordobesa durante la segunda mitad del siglo XVIII queda reforzada con algunas pragmáticas reales que persiguen los mismos objetivos: erradicar determinadas manifestaciones de religiosidad popular. Es el caso del trascendente real decreto, promulgado por Carlos III en febrero de 1777, que suprime y prohíbe prácticas como los disciplinantes. Esta pragmática, al igual que los mandatos episcopales, no consigue desterrar por completo las costumbres que se prohíben. No obstante, en algunos casos logra los objetivos previstos, originando a la vez la debilitación e incluso la desaparición temporal de cofradías.
Sin embargo, a pesar de las prohibiciones, la Semana Santa iznajeña mantiene las tradiciones barrocas. Lo que se manifiesta en la continuidad y pervivencia de las representaciones pasionistas.
En las primeras décadas del siglo XIX se mantiene el rechazo a determinadas manifestaciones de religiosidad popular. Es de notoria relevancia la lucha denodada del obispo Pedro Antonio de Trevilla por desterrar algunas de las costumbres arraigadas en las procesiones de Semana Santa.
De esta manera, el prelado indicado, con el objeto de desterrar de las procesiones lo que no es conforme a los sagrados ritos y a la gravedad y decoro con que deben celebrarse los actos religiosos, decretó varias prohibiciones entre las que se encontraban la de que los nazarenos (hombres, niños y niñas) no saliesen con los rostros cubiertos y con disfraces figurando a los Profetas, a las Sibilas, a Herodes con sus pajes, a Pilato, a Judas y otras representaciones alegóricas, así como que no se representasen al vivo los pasos de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo dando movimiento a las imágenes por medio de muelles o tirando de cuerdas.
Las medidas adoptadas resultan ineficaces, debido, en parte, a la resistencia de las autoridades municipales a secundar unos decretos impopulares. En Iznájar esa resistencia a cumplir los mandatos episcopales motiva la supresión de las procesiones de la Semana Santa de 1818. Esta medida radical, en opinión del propio vicario de la villa, Joaquín Criado Pastor, tuvo efectos perniciosos e informaba de la situación creada pidiendo humildemente que fuese revertida. Su petición fue atendida y se dejó sin efecto la sanción impuesta.
Así en el año 1819 se recuperan en Iznájar las procesiones pero su Semana Santa queda desprovista de las representaciones de la Pasión y de las figuras bíblicas. Iniciándose, con la supresión de la escenificación del Prendimiento y de los sermones del Paso y del Descendimiento, una despersonalización que marca un periodo de decadencia.
En 1820 se publica un reglamento sobre procesiones de Semana Santa de veinte artículos, que afecta también a las representaciones, en los que se regulan los desfiles de manera estricta. Son prohibiciones que dejan poco espacio a las que venían siendo las tradicionales manifestaciones de religiosidad popular.
En virtud de este reglamento los desfiles procesionales en el ámbito del obispado quedan reducidos a uno sólo, a celebrar en la tarde del Viernes, y las imágenes quedan limitadas a una serie de advocaciones concretas. No se permite que las efigies lleven vestidos que no sean propios y correspondientes a la gravedad y seriedad del paso que representan, ni alhaja alguna, oro, plata, peinado ni otro ornato y quedan suprimidos los pasos del Descendimiento, el de los Apóstoles, Discípulos, Ángeles, Sibilas o Virtudes. En cuanto a los atuendos de los cofrades y de los asistentes a las procesiones son objeto de una estricta reglamentación y no se permiten en adelante túnicas, caperuzas, morriones, soldadesca ni distinción alguna que pueda llamar la atención.
Las severas medidas adoptadas provocan en Iznájar, como en otras localidades cordobesas, un abierto rechazo al reglamento de 1820. Y en la década siguiente las cofradías iznajeñas y las representaciones pasionistas entran en una marcada fase de postración, agravada con la desamortización de sus bienes patrimoniales. La Semana Santa mantiene una escasa actividad, que se limita a sacar las procesiones el Jueves y Viernes Santo.
La situación permanece invariable en los años siguientes y el panorama no cambia de manera sustancial hasta la llegada de la Restauración de la dinastía borbónica con Alfonso XII, cuando en una etapa de estabilidad política se produce un renacimiento religioso. En este contexto hay que situar el resurgimiento de las cofradías y la recuperación de las representaciones pasionistas.
En Iznájar se habían hecho denodados intentos para, poco a poco, conseguir incorporar sus representaciones pasionistas a los actos de Semana Santa. Dependiendo el grado de los logros de la mayor o menor permisividad de los obispos cordobeses. Hasta que en el año 1882 se autorizaron nuevamente las representaciones y fue a partir de ahí cuando volvió a escenificarse “El Paso” íntegro. Se acordó entonces, a fin de evitar otra prohibición, que todos los personajes fuesen representados sólo por hombres y que todos llevaran puesta careta o rostro. Esta medida dio un resultado lamentable al ofrecer al público el grotesco espectáculo del andar hombruno de María Magdalena o el enérgico abaniqueo que a sus movimientos poco femeninos hacía acompañar Claudia Procla. Finalmente desde principios del siglo XX volvió a incorporarse la mujer a las representaciones.
Cada año que la junta parroquial lo acordaba, se empezaban los preparativos de enseres, ropas y ensayos. Se montaban en el Paseo y Llano los tablados para la Cena, el Tribunal o Herodes. Se preparaba el Huerto de los Olivos y se instalaban unos tablones escalonados para asiento de los espectadores, aunque muchos, ese día y desde primeras horas, buscaban el sitio adecuado para colocar sus propias sillas que traían de sus casas y los que llegaban tarde tenían que conformarse con estar de pie o subirse en alguna ventana e incluso tejado para poder ver el ir y venir de los actuantes y su desbordante mímica, puesto que oír era bastante más difícil, no sólo por lo lejano o la confusa audición de las palabras dichas a través de los rostros sino también por la brevedad del texto, a excepción de la embajada del ángel o la sentencia de Pilato y algún otro.
El sacrificio de Abraham dejó de representarse en la década de los años veinte. El Prendimiento, que se hacía durante la tarde del Jueves Santo en la parroquia, dejó de representarse en 1928 aunque se recuperó años después. Finalmente “El Paso”, tras algunos años de interrupción, resurgió en un intento por su recuperación pero acabó con sus anacronismos y barroquismo después de las tres últimas representaciones habidas durante los años 1949, 1950 y 1951.
No obstante, gracias al empeño puesto por el artista local Antonio Quintana y la colaboración de otras personas que él involucró, se dispone de una valiosa grabación en vídeo de 1986. Ésta recoge una buena parte de la antigua representación que fue recreada, ex-profeso, con la participación de vecinos y vecinas de Iznájar con el objetivo de preservar el patrimonio cultural y permitiendo dejar constancia de ese rico elemento del acervo histórico de la localidad que es muestra de la forma de entender y hacer teatro en siglos pasados.
En 1957 se estrenaba en Iznájar la obra “La Divina Tragedia” del jesuita José Julio Martínez (Galería Dramática del Mensajero, Bilbao, año 1945). Una adaptación escénica de la Sagrada Pasión que durante la Cuaresma de 1946 había sido representada por primera vez en el teatro Arriaga de Bilbao.
Esta nueva forma de representación, que en esencia se mantiene en la actualidad, fue muy bien acogida por los iznajeños. Se le continuó denominando “El Paso” y para diferenciarla, de lo que hasta 1951 había sido esa puesta en escena, a la anterior se le empezó a conocer como “El Paso antiguo”.
La conformación actual de la representación se debe en buena medida a la propuesta que hiciera el sacerdote que desde comienzos de los años cincuenta fuera párroco de Iznájar, Serafin Elena García. Al hacerse cargo de la Parroquia ya no tenía lugar la antigua representación, le hablaron de aquella tradición que se había perdido unos años antes y casualmente él, de sus tiempos en el seminario, traía consigo un ejemplar de “La Pasión de Nuestro Señor, la Divina Tragedia” para representarla en teatro.
Propuso, dada la arraigada tradición que había existido en Iznájar, a la junta parroquial creada en 1956 este texto para su representación. Y esta junta parroquial, ante el planteamiento de llevar a cabo la escenificación sin apenas texto, tal como se había venido haciendo hasta algunos tiempos antes, o intentar otra forma más moderna y con contenido completamente bíblico optó por esto último.
Se leyó la obra a un grupo grande de personas y se pidió su aprobación y colaboración. El Propio párroco junto con Ángel Llamas Caballero, iznajeño que ejercía por entonces como juez comarcal, llevaron a cabo el trabajo de dirección de la obra en aquellos primeros años.
El Viernes Santo de 1957, en la puerta de la ermita de la Antigua, al aire libre, tuvo lugar la primera representación bajo el título de “La Sagrada Pasión de Nuestro Señor. Época Nueva de -El Paso-”. Fue un estreno acompañado de sobresaltos, los decorados de papel no aguantaron la lluvia caída e incluso los micrófonos dieron alguna leve sacudida, pero estas dificultades no desanimaron al pueblo iznajeño que ya había decidido adoptar la obra para sustituir el antiguo Paso y recuperar así la secular tradición de las representaciones. Y de este modo volvió a renacer en los iznajeños aquella tradición que en etapas anteriores hacía heredar los papeles de padres a hijos.
Hasta 1968 se representó de manera intermitente en el Paseo. Pero su larga duración y las imprevisibles inclemencias meteorológicas aconsejaron su traslado al interior del templo parroquial.
En la Parroquia de Santiago se adecuaba el altar mayor con un entarimado sobre una estructura metálica para salvar los escalones y se situaban los correspondientes decorados antepuestos al retablo, de esta manera y acometiendo mejoras continuas tuvieron logar las representaciones de 1969, de 1973 y de 1974.
En el año 1983, tras un periodo de nueve años, se reanudaron de manera continuada las representaciones. Gracias al gran empeño puesto por Juan Sánchez, que fue su director durante varios años, y la colaboración de un buen grupo de iznajeños que en su mayor parte provenían del joven tejido asociativo local, como fueron los desaparecidos Club La Colmena y Club Al-Andalus.
Hasta 1998, bajo las direcciones sucesivas de Juan Sánchez y Rafael Doncel, con algún año en que retomó el cargo el párroco, y de Rafael Quintana que es a quien corresponde esa responsabilidad desde 1998, se llevó a cabo la representación de manera continuada en el interior del templo parroquial. Con el único cambio en la ubicación que supuso el traslado del escenario, para la década de los 90, que pasó del altar mayor a los pies del templo.
Para la consolidación de la escenificación fue importante la Semana Santa de 1999. En la que, para las dos representaciones de aquel año, se dispuso del nuevo Edificio de Usos Múltiples. Permitiendo desde entonces disponer de una infraestructura adecuada para la envergadura del montaje de la dramatización.
Con el paso de los años la denominada “Junta de El Paso” fue asumiendo mayores funciones, para finalmente constituirse como una entidad independiente e inscrita en el registro oportuno con el nombre de “Asociación Cultural Hisn-Paso Ashar”.
La puesta en escena no es totalmente fiel a la obra original sino que se trata de una adaptación de la misma, pues ya en el comienzo de las representaciones de la “época nueva” se había añadido texto, como era el caso de la intervención de Claudia Prócula. Al igual que sucediera años más tarde con la incorporación de una de las escenas de mayor patetismo con el descendimiento de la Cruz, cuando María toma en su regazo el Cuerpo de Jesús, escena que se recuperó y añadió a la obra por indicación de Antonio Cañizares quien ya había participado en las representaciones de “El Paso antiguo”.
Ajustes que no alteran la pieza teatral por lo que es posible imaginar que habrían sido del agrado de José Julio Martínez, su autor, que falleció en 1997 a la edad de 91 años y que nunca llegó a asistir a la representación de la adaptación de su obra en Iznájar.
Sin duda en Iznájar la tradición de representar y escenificar la Semana Santa ha tratado de mantenerse fiel a su origen desde que surgiera esta práctica, como herramienta didáctica evangelizadora, en el siglo XVII. Lo que permite que la Semana Santa iznajeña destaque por la singularidad de sus desfiles procesionales y por la escenificación de la Pasión y Muerte de Jesús.
Cada año la Asociación Cultural “Hisn-Paso Ashar” se encarga de llevar a buen término la representación con más de un centenar de participantes que, de manera no profesional, trabajan con entusiasmo empleando su tiempo en ensayos, puesta en escena, ambientación, música, sonido, iluminación, diseño y reparación de decorados, vestuario, maquillaje, peluquería y cuantas labores son necesarias para hacer posible que a las 5 de la tarde del Sábado de Gloria se cumpla una vez más con esta tradición ancestral.
Al Salón de Usos Múltiples de Iznájar, un espacio adecuado como teatro que desde que comenzara a utilizarse en 1999 para este fin, permitió incorporar mejoras y
avances técnicos que consiguen una gran calidad en la representación, acuden cada año más de cuatrocientas personas a la cita con la teatralización de los quince cuadros escénicos de la obra, comenzando con la Entrada Triunfal en Jerusalén y culminando con su muerte en la Cruz, el Descendimiento y el Santo Entierro. Habiéndose convertido en un acontecimiento que, al margen de consideraciones religiosas, se reviste de una dimensión cultural que atrae a un notable número de visitantes.
Sin duda, por haber sido consecuencia del legado de una tradición practicada durante siglos, esta representación es singularmente única en la provincia y así es reconocida.
Bibliografía:
- Juan Aranda Doncel. Las vicisitudes de la Semana Santa de Iznájar durante los siglos XVI al XIX (Primeras Jornadas de la Real Academia de Córdoba sobre Iznájar, 1995).
- Manuel Moreno Valero. Ilustrados en Iznájar (Primeras Jornadas de la Real Academia de Córdoba sobre Iznájar, 1995).
- Serafín Elena García. Iznájar será tu destino (Artes Gráficas El Castillo).
- Antonio Quintana. Blog Cancionero Popular Oral en Iznájar.
- Antonio Miguel Capdevila Gómez (La Pasión de Córdoba V).